El enemigo público número uno de nuestros portátiles es el CALOR.

Posiblemente, en más de una vez, has tenido la tentación de colocar un huevo encima de tu portátil, para ver si es posible que se fría. Y hasta es posible, que te queden bien ricos.

El que tu equipo portátil sufra de altas temperaturas puede ocasionar daños internos. Todos los portátiles tienen una medida de seguridad de que cuando alcanza temperaturas muy elevadas se apague automáticamente. Es una medida de prevención para no dañar del todo el equipo portátil.

Pero desgraciadamente, la gran mayoría de los usuarios, hacen lo siguiente:

«Esperan a que se enfríe, y lo vuelven a encender. Se les apaga por calentamiento. Esperan a que se enfríe y lo vuelven a arrancar. Así hasta que el pobre portátil revienta.»

Los componentes que más se dañan por temas de altas temperaturas son los siguientes:

El Chip gráfico.
El procesador.
El disco duro (HDD). Este componente se daña de una manera indirecta. Se estropean de tantas veces que se apaga el equipo de manera incorrecta.

Por lo tanto, una de las tareas de mantenimiento de nuestro portátil que hay que cumplir, cómo mínimo una vez al año, es el cambio de pasta térmica.

Este proceso debe realizarse sobretodo en equipos que están encendidos muchas horas al día.

La pasta térmica con el tiempo se suele secar, se cuartea, y por supuesto, pierde todas sus cualidades como transmisor de calor.

Un buen estado de la pasta térmica, implica que nuestros componentes (procesador, chip gráfico, northbridge, southbridge) estarán disipando de manera adecuada el calor, directamente al bloque disipador mediante una transferencia óptima.

En algunos equipos portátiles es más sencillo la sustitución de la pasta térmica ya que podremos acceder al disipador de una manera directa.

Por ejemplo, en […]